"El lienzo donde una vez la retrató aún decoraba su habitación. Ésa fue su despedida. El destino los separó, lo que no sabían es que tiempo después se reencontrarían.
La brisa del mar los acariciaba como los pinceles por los acantilados se deslizan. Ahora volvía a recordar aquella tarde.
Dejó que las olas rompiesen en ella mientras sus versos en la arena se escribían. Relámpagos y truenos quisieron acompañarlos.
Nadie supo lo que pasó entre ellos y cuya historia reflejaron en diarios que pronto olvidaron al igual que los besos efímeros al sentir el atardecer.
Se desnudó despacio. Septiembre llegaba a su fin. No habría más encuentros. Hasta que se volviesen a ver pasaría más de una década. Otra vez en el mismo lugar.
Apenas sabían algo el uno del otro. ¿Dónde viviría? Creía verla en el tren con la mirada ausente, en el parque mientras columpiaba a una niña de corta edad, al patinar en el lago... No era ella.
"Nunca te olvidaré." Fue lo último que le dijo."
Elena Velarde
15 noviembre 2007
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