"Ella era literatura. ¿Olvidarla? No podía.
Sentada en el alféizar de la ventana observaba como la luna hasta ella se acercaba mientras su amante en el lecho dormía. Lloró. Anhelaba aquellas pinceladas que una vez la enamoraron.
Se había envuelto en un velo que sobre el piano había encontrado. Acarició sus teclas mientras una melodía que desconocía sonaba.
Encendió una vela y empezó a escribir una carta sobre aquellos pergaminos que hacía años que guardaba y que nunca llegaría a su destinatario. Eso decidió cuando la terminó pero ahora se arrepiente. Quiere que aquellas líneas sean leídas.
En el Volga se encontraba esa novela a la que no puso fin cuando creyó haber olvidado aquel amor de los dieciocho. Letras humedecidas por el llanto complicaban su lectura.
Transcripciones de códices de finales del Medievo eran su inspiración. Quería olvidarle, lo intentaba, sin embargo, no podía. Oleajes de emociones definían sus poemas.
Pigmentos que recorrían su piel como si de un lienzo se tratase. Acuarelas que pintaban playas en sus labios. Nostalgia por sus bosques del Caúcaso sentía.
Nunca podrá expresar en palabras esas sensaciones que la acompañan al escribir."
Elena Velarde
5 noviembre 2007
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