Hoy pensaba publicar el sexto capítulo del fanfic Pinceladas al óleo pero la entrada que esta
mañana ha publicado Rusta, bloguera de Devoradora
de Libros, sobre los prejuicios relacionados con la Literatura (http://www.devoradoradelibros.com/2012/12/vida-interior-y-vida-exterior.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+DevoradoraDeLibros+%28Devoradora+de+Libros%29)
me ha hecho cambiar de opinión y preparar esta entrada como ampliación y corrección
del comentario que le he escrito esta mañana a Rusta. Son entradas muy parecidas
y que se diferencian en el estilo de escribir aunque ambas se caractericen por ser
directas y críticas, el punto de vista y las experiencias en las que cada una se
basa.
Rusta pone el ejemplo de un cartero para hablar sobre los prejuicios
sociales acerca de quién es o no una persona culta y a mí esto me ha recordado
a un antiguo compañero de facultad que en su día decidió estudiar la
licenciatura en Historia a tiempo parcial y en el turno de tarde. Otros
ejemplos que se me vienen a la cabeza son: el de mi abuela paterna que fue una
mujer adelantada a su época, muy culta y licenciada en Química por la Universidad
de Oviedo (promoción 1946 - 1951) pero que nunca llegó a ejercer su profesión y
fue ama de casa y catequista de primera comunión durante más de 30 años; el de mi
abuelo paterno que no tiene estudios superiores pero que es un gran lector y
con el que da gusto hablar; o el de mi padre, un apasionado de la Física pero también
de la Historia y la Literatura, que no cumple el perfil friki de los físicos tipo
Einstein o The Big Bang Theory, gracias
a quien sé que los hombres adelantados a su época existen y que los trajes masculinos
van más allá del clásico conjunto de camisa, pantalón, chaqueta y corbata y que
aún así un hombre va bien vestido y elegante a trabajar.
A diferencia de Rusta no he trabajado nunca como camarera
pero sí como arqueóloga en prácticas no remuneradas. Aún hay gente que piensa que
las personas que trabajan en excavaciones arqueológicas son gente inculta y que
sólo está interesada en sacar piedras y ensuciarse con tierra mientras trabajan.
La sociedad no puede estar más equivocada en valorar como culta y cualificada a
personas que trabajan en oficinas y cuyo uniforme de trabajo es un traje con
corbata en el caso de los hombres y traje de chaqueta y tacones de diez
centímetros en el de las mujeres. He conocido albañiles de arqueología sin
estudios que saben muchísimo más del mundo de las excavaciones que yo por dos
razones: la primera porque llevan toda su vida trabajando como peones en el
mundo arqueológico y la segunda porque la Universidad española sólo da teoría y
no te prepara para el mundo real.
También se asocia a las personas cultas con pasar horas
estudiando en la biblioteca tachándolas de empollonas y antisociales, nada más
lejos de la realidad. Yo soy una rata de biblioteca y me han tachado de
empollona y eso que no he visto una Matrícula de Honor en mi vida, que el único
10 que he sacado en todos mis años universitarios fue de Erasmus a quince días de terminar la carrera y que evito ir a
estudiar a la biblioteca con gafas. Otra idea preconcebida que
se suele tener de este tipo de personas es que son responsables y aburridas como
si los ratones de biblioteca no supiésemos divertirnos y no nos gustase tomarnos
una copa de vez en cuando y salir de marcha con los amigos. Para terminar este párrafo
no me importa reconocer que disfruto con la lectura, la escritura y el estudio que
me ayudan a enriquecerme como persona pero que también me gusta divertirme y que
suelo ser de las primeras que normalmente siempre propongo planes para estar con
los amigos, desconectar del estudio o el trabajo y tener algo de vida social.
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