Ya he publicado en
este blog dos entradas centradas en las Asesoría
histórica y arqueológica para obras literarias y
audiovisuales. En la primera me centré en la importancia de la
contextualización y en la segunda en la de la documentación. Sin embargo, ésta
abarca mucho más y es aplicable a muchos más sectores profesionales e, incluso,
familiares o más personales.
En las entradas
previas y complementarias a ésta ya hablé de las figuras de los correctores
profesionales y los documentalistas. En esta quiero mencionar otras algo más
recientes y complejas como son los coaches y los mentores profesionales.
En los últimos años en el entorno del emprendimiento digital han aparecido
muchas mujeres veinte y treintañeras que se definen como tales y ofertan
servicios centrados en el crecimiento personal y profesional desde distintas
perspectivas. Casi ninguna de ellas posee titulación en Psicología y menos aún
en Historia o Humanidades. Son negocios centrados en la importancia del
presente, en la productividad y en las planificaciones futuras a medio y largo
plazo, y apenas le prestan algo de atención a conocer nuestro pasado para
entender a nuestro yo presente y que éste avance hacia el futuro.
Mis estudios y
experiencia en los sectores de la Historia y la Arqueología me imposibilitan
acompañar a otras personas a gestionar sus emociones. Sin embargo, sí me capacitan
para ayudarles a conocer mejor su legado familiar a través de la recogida de
testimonios, el análisis de fotografías y documentos antiguos, y la elaboración
de árboles genealógicos. Aquí se mezclan el crecimiento personal de cada uno de
nosotros a través de conocer mejor nuestro pasado familiar, la
contextualización del mismo y la documentación que es necesaria para
reconstruirlo.
Esta novela se ha publicado hace apenas un
mes y su interior me está sorprendiendo gratamente. Leí algunas opiniones sobre
ellas y sus primeras páginas y decidí darle una oportunidad, eso sí con las
expectativas bajas por si acaso. Sin embargo, he conectado muy bien con la
trama de crecimiento personal que esconde y, a pesar de su contexto actual, la
estoy también leyendo como historiadora. Su trama va un poco contracorriente de
la tendencia actual de desechar el pasado y centrarse en el presente. En sus
páginas veo un reflejo de lo que para mí es el crecimiento personal y de lo
importante que es ese reencuentro con nuestros pasados familiares y personales
para comprenderlos desde la distancia y redescubrirnos. Hay acontecimientos en
nuestras vidas que cuando suceden no sabemos gestionar e intentamos cerrarlos
de mala manera hasta que reaparecen y nos vemos obligados a parar y dedicar
tiempo a escuchar a nuestras emociones y a reinterpretar lo que años atrás nos
marcó y paralizó sin ser conscientes de ello. Este autodescubrimiento de lo que
pasó se puede hacer a través de la reflexión sobre los mismos y/o la escritura
de las emociones y los sentimientos de entonces, aunque sea en tercera persona
y sólo se lo mostremos a nuestras amistades más cercanas. Otra curiosidad
relacionada con las dos últimas novelas de María Martínez hablan de la pérdida
de un determinado ser querido y ambas las he leído meses después de haber
perdido yo a personas cercanas con el mismo grado de consanguinidad y sexo que
las protagonistas de ambas tramas. 2019 fue un año de duelo y ausencias, y 2020
también lo está siendo. La fotografía que ilustra este párrafo y toda esta
entrada es mi particular homenaje a él y al apoyo que siempre me mostró con
este blog. (Fuente: Elaboración propia).
Allá por 2015
empezó a hablarse en España sobre el mindfulness como estilo de vida y
las novelas feel good que intentaban transformar en ficción algunas de
las ideas que los libros de autoayuda recogen en sus páginas desde hace un par
de décadas. Se trata de otra tendencia más que llega desde los Estados Unidos
como una revisión y occidentalización de ciertas ideas y tradiciones escogidas
de manera aleatoria de las culturales orientales. No son tan novedosas como nos
han hecho creer, ya que estas modas son cíclicas y han surgido con cierta
frecuencia desde finales del siglo XIX, y también porque muchos de sus postulados
ya existían en Occidente y en el cristianismo sin traducir sus denominaciones
al inglés o algún idioma oriental. Otras problemáticas subyacentes son su
descontextualización al elegir sólo lo que interesa a la sociedad occidental,
su desinterés hacia un conocimiento profundo del día a día de esos países donde
suele haber mucha pobreza y desigualdad y su elitismo al centrarse en
experiencias personales de microinfluencer de cierto poder adquisitivo
que convierten el crecimiento personal en un negocio bastante lucrativo y no
prestan atención ni cuestionan las injusticias que hay en países como la India,
Tailandia o Bali.
En la ficción
española encontramos algunos ejemplos de lo mencionado en el párrafo anterior.
En los últimos años han surgido autoras que han creado tramas de crecimiento
personal, aunque sólo Rachel Bels ha sabido crear un catálogo donde éstas
tienen mucha presencia en sus novelas. La mayoría de los autores usan el
crecimiento personal como sinónimo de evolución de sus personajes a lo largo de
la novela y no logran una construcción de los mismos donde este crecimiento sea
evidente. Una buena trama de crecimiento personal se puede desarrollar bien en
una novela de corte intimista y emocional donde se hable sobre sentimientos,
emociones y aprendizaje a respetarse, admirarse y quererse a uno mismo. Un buen
ejemplo de esto último son Tú y otros desastres naturales y La
fragilidad de un corazón bajo la lluvia, destacando esta última
por centrar la trama en el crecimiento personal en los dos protagonistas con
sus propias voces y tratarlo desde distintas perspectivas: la personal, la
familiar, la sentimental y la relativa a la amistad.
La buena contextualización de una novela
también ha de estar reflejada en el diseño de su cubierta y más aún si muestra
algún detalle que exista y despierte curiosidad en el lector. La imagen que
ilustra este párrafo muestra una gran coherencia entre el título y el edificio
que aparece en ella. Los indianos son la personificación de un fenómeno
migratorio de los habitantes de las regiones del norte de España hacia América
entre finales del siglo XIX y principios del XX. La mayoría de ellos se
establecieron allí para siempre y algunos prosperaron y volvieron a sus pueblos
natales en España. Este edificio, construido en 1906 y que alberga el Archivo
de Indianos, es un claro ejemplo del estilo de Arquitectura indiana que
encontramos en los pueblos de los concejos de Ribadedeva y Llanes en el oriente
de Asturias. Sin embargo, la trama de El Indiano (Un destino propio
en su publicación en Ediciones B) se
desarrolla en la localidad cántabra de Comillas en 1883 dónde el lector no
encontrará dicho edificio y 23 años antes de la construcción del mismo.
(Fuente: Internet).
La
contextualización es básica en la trama de una novela histórica, pero también
lo es en las contemporáneas, las fantásticas o las distópicas por poner otros
ejemplos. La novela histórica puede crear una trama alrededor de un
acontecimiento como el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago y el
origen del Camino de Santiago en La peregrina
de Isabel San Sebastián, o hacerlo sobre elementos más
cotidianos y desconocidos como el origen de las modelos a finales del siglo XIX
en Agujas de papel de Marta
Gracia Pons. En estas últimas suele mencionarse algún acontecimiento o
personaje histórico que esté relacionado con la trama, además de aspectos
cotidianos, socioculturales y tecnológicos de la época. También hay que cuidar
las contextualizaciones en tramas sobre viajes en el tiempo como en ¿Quién diablos eres? de Raquel de la
Morena y en aquellas que alternen subtramas del pasado y el presente como en Carolina y los valientes de Anna Casanovas.
La
contextualización también está relacionada con la fecha en la que se decide
publicar una novela y la promoción de la misma, sobre todo si la trama tiene
una ambientación que la caracteriza o está relacionada con la conmemoración de
un acontecimiento histórico o literario. Un ejemplo serían las escasas novelas
que se están publicando en los últimos años en España ambientadas en el mundo
del patinaje artístico sobre hielo y donde las competiciones suelen tener lugar
entre los meses de agosto y marzo. El intervalo de meses citados son los
mejores para la publicación y promoción de dichas novelas, pero sólo
encontramos que dos de ellas se han publicado en esos meses: Hielo de Érika Gael en diciembre de 2018 y
Hielo y plata de Alena Pons el
21 de septiembre de 2020, ya que Tan sólo un segundo de Virginia S. McKenzie se publicó el 3 de abril de
2017.
En español apenas hay bibliografía sobre
la cultura vikinga tanto de carácter científico como divulgativo y tampoco son
muchos los historiadores que los hayan estudiado y publicado algún artículo
sobre ellos. Hace 20 años sólo encontrabas en las librerías algún libro de
mitología vikinga o introductorio sobre su vida cotidiana. Entre el inicio del
siglo XXI y la emisión de la serie Vikingos se
publicó algún libro introductorio más sobre ellos y cuyo autor era fotógrafo y
escritor. El éxito de la mencionada serie llamó la atención de editoriales y
universidades españolas que decidieron apostar por traducir manuales
especializados y las sagas islandesas, buscar historiadores para la escritura
de obras divulgativas u organizar congresos sobre cultura y arqueología
vikinga. Hubo mucho interés entre los años 2013 y 2016 cuando podías encontrar
entre las novedades de Historia algunas obras sobre vikingos, aunque no muchas,
y se celebraron tres congresos en la Universidad de Granada y uno en la de
Alicante donde una de las ponentes solía ser la joven historiadora Laia San
José, administradora del blog The Valkyrie’s Vigil especializado en divulgar la
cultura vikinga. Quizá la obra divulgativa más académica que he encontrado en
los últimos años es la de la imagen, la cual se acaba de publicar y cuyo
objetivo es acercar la cultura vikinga al público no entendido desde lo
anecdótico y no ser sólo una obra introductoria. La autora es doctora en
Estudios Escandinavos y sus investigaciones se centran en la cultura vikinga,
lo que le garantiza al lector que tras las páginas del libro hay muchas horas
dedicadas a buscar, leer, seleccionar e interpretar documentación. Las fuentes
con las que ha trabajado la autora proceden de la Historia y la Arqueología
para el estudio de la época vikinga, y de diversas artes (música, cine o
literatura) para el de su legado desde 1066 hasta la actualidad. (Fuente: http://grupoalmuzara.com/libro/9788417954628_portada.jpg).
La
documentación es básica en las obras científicas, de divulgación
histórico-arqueológica y de ficción histórica. Sin embargo, al igual con el
aspecto de la contextualización, también es muy importante en las fantásticas y
distópicas para crear el mundo en el que se ambientará la trama, en las de
ciencia ficción donde los temas científicos son importantes y en las
contemporáneas si hablas sobre cuestiones que no conoces muy bien. A la hora de
abordar la planificación, la documentación y la escritura de una obra de
ficción o de no ficción necesitaremos también conocer cuál es el contexto en el
que nosotros como autores nos enmarcamos, cuáles son los temas de actualidad y
cómo se están abordando estos.
En
la literatura comercial española hay muchas tendencias siendo algunas de ellas
la Juvenil y la Romántica. La mayoría de las novelas que se publican en las dos
citadas siguen esquemas casi calcados en cuestiones de ambientación y promoción
de los autores y editoriales que más marcan las directrices a seguir, y en
apariencia apenas hay trabajo de documentación que se pueda observar al
leerlas. Sin embargo, he leído novelas que tratan temas de actualidad, como por
ejemplo el feminismo y la problemática LGTBI+, donde sí ha habido interés por
parte del autor de documentarse lo mejor y lo máximo que ha podido. Silverville de Victoria Álvarez es un western
protagonizado por dos mujeres y ambientado en Colorado a mediados del siglo
XIX, y Nada menos que Max de
Diana de Paz se ambienta en Madrid en la actualidad y presenta una relación de
pareja bastante arriesgada e incómoda.
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