28 abr 2014

“El Laberinto de Osiris” (Paul Sussman)

(Leído en abril de 2014)
(Fuente: Elaboración propia)
Hoy reseño el primer regalo de mi 27 cumpleaños (19/01/2014). Me lo regalaron mis amigos porque pensaron que una novela policíaca con elementos arqueológicos podría gustarme. Yo la había descubierto unos días antes entre las Novedades de los libros de bolsillo en la librería de El Corte Inglés de la Plaza del Duque de la Victoria (Sevilla) y no me llamó la atención. Al ver la portada y su título ya intuí que no me gustaría y no me equivoqué.
El Laberinto de Osiris es una novela policíaca escrita por el arqueólogo Paul Sussman (1966 – 2012), graduado en Historia por la Universidad de Cambridge, que también trabajó como crítico de cine, columnista y periodista freelance para The Independent, The Daily Telegraph, Cosmopolitan, etcétera. Está protagonizada por los inspectores de policía Arieh Ben Roi de la comisaría David de Jerusalén y Yusuf Jalifa, de la de Luxor (Egipto). En España DeBols!llo la ha publicado en enero de 2014 en edición de bolsillo, la cual tiene 648 páginas y cuesta 9,95 euros. La novela ha sido traducida al español por Carme Geronè Planagumà y Carles Urritz Geli.
La trama me ha parecido excesivamente compleja con demasiadas subtramas. Ninguna de ellas me ha parecido demasiado atractiva con excepción de la de la trata de blancas con Vosgi como personaje principal y las respectivas subtramas de Rachel Barren e Iman el-Badri. Otra que me ha interesado más o menos es la de la relación entre Ben Roi y Sarah.
El Laberinto de Osiris es una novela sin capítulos, lo que la hace muy densa y más aún si añadimos que el tamaño de letra es bastante pequeño, que las líneas están excesivamente juntas y que son demasiadas por página. Está dividida en dos larguísimas partes a las que acompañan un prólogo de 17 páginas y un epílogo de 9. Además, antes de empezar a leer nos encontramos dos mapas: uno de Israel y otro de Egipto a doble página, y un plano de la ciudad vieja de Jerusalén y sus cuatro barrios característicos: el cristiano, el musulmán, el judío y el armenio. Al terminar el epílogo y antes de poder cerrar el libro hay un glosario de 17 páginas que para mí es innecesario porque se podía haber suplido con notas a pie de página y que me parece más propio de una monografía o un manual que de una novela.
Otro fallo importante que le veo a la novela es su ambiguo contexto temporal que denomina como El presente en el prólogo, Nueve meses después al empezar la primera parte y Tres meses más tarde  en el epílogo. Se intuye que la acción se tiene que desarrollar entre 2011 y 2012 porque se mencionan ciertos acontecimientos de la Primavera árabe como la revolución en Egipto o el derrocamiento de Mubarak. Aunque la novela se desarrolla, sobre todo, entre Israel y Egipto, hay demasiados escenarios (y personajes) para ser una novela policíaca, ya que una parte de la acción tiene lugar en el Congo, en Houston y en Australia.
Reconozco que la resolución del crimen me ha parecido más o menos convincente aunque excesivamente larga y rebuscada. La trama que hay alrededor del homicidio es tan compleja que el asesinato al final da la sensación de que es algo secundario. En casi 650 páginas al asesino de la periodista israelí Rivka Kleinberg casi no se le menciona, ni siquiera lo acaba descubriendo la policía.
Me gusta que los escritores quieran reflejar las costumbres y tradiciones (en definitiva la cultura) del país donde ocurre la acción de su novela. Entiendo que haya determinados términos que no se puedan traducir pero me han sobrado determinadas palabras y expresiones que existen en todos los idiomas y que Paul Sussman se empeña en transcribir la palabra o expresión hebrea o árabe. En el glosario del final de la novela se debería citar siempre si la tradición es israelí o egipcia y/o si la palabra es hebrea o árabe porque su no mención confunde mucho.
Me pregunto si los autores anglosajones cobran comisión por mencionar marcas comerciales. En El Laberinto de Osiris me han molestado que se citen marcas de automóviles como Toyota o Land Cruiser, de portátiles como Toshiba, de móviles como Nokia, de armas como Glock o Sig Sauer… Tampoco me han gustado las menciones de direcciones de páginas web o de correos electrónicos con especificaciones de Google o Gmail.

Valoración “El Laberinto de Osiris” (Paul Sussman):

3/10

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