Cuando empiezo a escribir
esta entrada en un folio en blanco y con bolígrafo azul, se cumplen 5 años
desde que la primera apuesta de una editorial tradicional por una novela New Adult escrita por una autora española
llegó a las librerías. En la última Pincelada literaria hice un análisis
bastante crítico sobre esta etiqueta. En este texto quiero profundizar aún más,
cuestionarlo desde el respeto y compararlo con una corriente literaria de la
que se habla mucho en 2019: la Literatura
Millennial. Algunas de las novelas que citaré ya las he leído y
otras aún no, pero me han llamado la atención. Para preparar esta entrada he
leído artículos en ediciones digitales de medios de comunicación, entrevistas a
autores, reseñas en blogs literarios y comentarios en Goodreads.
El 9 de octubre de 2014 llegó a las
librerías españolas Llévame a cualquier lugar de Alice Kellen (Valencia, 1989), la primera novela New Adult escrita por una autora nacional por
la que apostaba una editorial española. Esta joven escritora ha sido la que más
ha marcado la pauta de lo que podemos encontrar en sus tramas y en la manera de
promocionarlas. Sus tramas apenas cuestionan los clichés de la Romántica, sus
protagonistas tienen infancias y/o adolescencias “traumáticas” que superan en
pocas semanas al enamorarse tras acostarse y llegar al coito. La promoción de
éstas se centra sólo en la creación de tableros de Pinterest
con imágenes demasiado idílicas, contar las curiosidades del proceso de
escritura en un blog, mostrar la portada y la sinopsis en redes sociales donde
anuncian su publicación y delegar la publicidad de las novelas a las reseñas de
blogueros literarios que colaboran con las editoriales y a los comentarios de
los lectores en Goodreads. (Fuente: Internet).
La mayoría de los editores
que dirigen sellos en editoriales medianas y grandes suelen tener más de 40
años, al menos aquellos que se conocen por tener perfiles en alguna red social.
También suele ser lo habitual en la Literatura Juvenil, por lo que hay una
importante brecha generacional y distanciamiento entre editores y lectores, y
en algunos casos se pueden incluir también a los autores. Sólo conozco tres
sellos donde editores, escritores y lectores pertenecen a la misma generación y
donde éstos tienen edades entre los 20 y los 35 años. El sello pionero fue Plataforma Neo perteneciente a Plataforma Editorial donde las tres editoras
(Miriam Malagrida, Anna López y Miriam Chamorro) que lo han dirigido desde su
creación en 2012 lo han hecho con veintitantos y lo han dejado antes de llegar
a los 30. Su primera editora fue de las primeras que apostó por el New Adult y por descubrir a jóvenes
autores españoles que estuviesen en la veintena y tratasen temas que preocupan
a los lectores más jóvenes (temática LGTB, enfermedades mentales…). Los otros
dos sellos son la apuesta que a finales del año pasado hicieron los dos grandes
grupos editoriales españoles (Planeta
y Penguin Random House Mondadori) por
rejuvenecer la dirección editorial de sus sellos Temas
de hoy con Marcel Ventura (1987) y Caballo de Troya con Antonio J. Rodríguez (1987) y Luna
Miguel (1990) para los años 2019 y 2020. Esta apuesta por buscar escritores
jóvenes nacidos en las décadas de los 80 y los 90 que hablen sobre los que nos
preocupa a la generación millennial fue noticia a principios de año en El
País – Cultura, aunque el reportaje que mejor lo retrata e intenta
profundizar en este tema es el que escribió Isabel Bellido (responsable de
prensa de la editorial Barrett, entre
otras) para The Objective y que se publicó el 18 de enero de 2019.
El New Adult intenta reflejar los intereses y
preocupaciones cambiantes de los jóvenes entre los 18 y los 27 más o menos y
acercarse así a ellos, mientras que la Literatura
Millennial intenta hacerlo con aquellos lectores “nuevos
adultos” (así se publicita Temas de hoy
en las redes sociales que tienen entre 25 y 36 años (nacidos entre 1983 y 1993
aproximadamente). Debido a esto, en los últimos años se habla de “novela generacional”
en las campañas de promoción de novelas escritas por autores nacidos en los 80.
Hay que matizar que éstas no buscan reflejar toda la complejidad de una joven
generación cuya veintena ha estado demasiado marcada por la última crisis
económica, sino sólo una parte de ella a través de las preocupaciones, las
experiencias y las observaciones del propio autor y de lo que éste ha conocido
en su entorno. La primera novela generacional que se publicitó como un reflejo
de la generación millennial fue Trabajo,
piso, pareja de la cantautora Zahara (Úbeda, 1983), publicada en
la primavera de 2017 por el sello Verso & Cuento de Aguilar,
donde la autora narra las distintas etapas que atraviesa una relación de pareja
de treintañeros desde que se conocen hasta el desgaste de la convivencia,
mostrando mucho más que el flirteo y las primeras citas de una relación
sentimental. Otro ejemplo de novela generacional podría ser Una familia normal de Alejandra Parejo
(Palma de Mallorca, 1990), editada por Leticia Vila-Sanjuán (detalle que se
encuentra en la página de derechos de la citada novela y que me gustaría
encontrar en muchas más la expresión “edición a cargo de” junto a la persona
que ha hecho la corrección de estilo) y publicada por Temas de hoy el 3 de septiembre de 2019, y
que se centra en como una joven recién aterrizada en la treintena debe afrontar
un embarazo que no buscaba ni deseaba y cómo esta circunstancia la obliga a
retrotraerse a un hecho concreto de su infancia a finales de los 90. Aún no he
leído ninguna de las obras citadas en este párrafo, pero sí he buscado
información sobre ellas y he leído entrevistas a sus autoras de las que destaco
una de Diana Monrod para Cultura Fetén a Zahara y otra del blog Lecturápolis
a Alejandra Parejo.
Esta imagen pertenece a la reseña de un
blog de escritora autopublicada: Patricia Bonet. Se trata del blog Las hermanastras de Cenicienta,
cuya administradora también se ha sumado a la tendencia de adornar sus entradas
con imágenes seleccionadas de tableros de Pinterest. Sin
embargo, el montaje de esta reseña no es de una de sus novelas, sino de una
escritora gallega que llegó a la autopublicación en 2015 y que en pocos meses
se convirtió en una autora de relativo éxito debido a que publicaba libros cada
dos o tres meses. Sus obras se ambientan principalmente en España o Estados
Unidos, con alguna excepción de un viaje en tren por España o un pueblo
marinero de Portugal. Como te veo yo
es un New Adult que Abril
Camino (La Coruña, 1980) publicó a finales de mayo de 2017 tras cuatro o cinco
meses de planificación, escritura, corrección y maquetación, según palabras de
la autora. Esa precipitación quizá pudo llevar a la autora a descuidar un poco
la documentación y que la trama de la novela presente ciertos fallos en su
supuesta contextualización estadounidense al reflejar ciertas situaciones más
propias de España que de los Estados Unidos. Fui de las pocas lectoras que se
percató de esas pequeñas incoherencias y lo comentó en una reseña. Creía que
era la única que se daba cuenta y se atrevía a hacerlo público en su blog, eso
sí siempre desde el respeto y con educación, pero en los últimos meses he
encontrado comentarios en Goodreads sobre otras novelas de Abril Camino
ambientadas también en los Estados Unidos y donde se señalan más incoherencias
en sus supuestas ambientaciones estadounidenses. Me han llamado la atención
aquellos comentarios que destacan que los diálogos y las expresiones son
demasiado españoles, ya que Abril Camino es filóloga hispánica e inglesa y son
detalles que debería cuidar al máximo, al igual que a los historiadores se nos
debería exigir que sepamos contextualizar bien una trama de ficción. (Fuente: http://lashermanastrasdecenicienta.blogspot.com/2018/01/como-te-veo-yo.html).
El New Adult surgió dentro de la Novela
Romántica para cubrir un hueco que había entre la Juvenil y la Adulta, de ahí
que compartan tantas cosas con ellas. Sólo está presente en la novela y la
mayoría de sus autores son mujeres que suelen optar por seudónimos
anglosajones. También suelen optar por ambientar sus tramas en países
anglófonos con una gran predilección por los Estados Unidos para distanciarse
de la cotidianeidad de España, a pesar de que suelen retratarla aun cometiendo
ciertas incoherencias más o menos fáciles de detectar. La mayoría de estas
tramas podrían ganar en verosimilitud si se hubiesen ambientado en España,
aunque hay excepciones de escritoras que se han documentado bastante bien para
hacer un retrato lo más fiel posible de la juventud estadounidense: Alexandra
Roma (Madrid, 1987), Virginia S. McKenzie (Cádiz, 1982) y Elena Castillo Castro
(Lorca, 1979). Mientras que en la Literatura Millennial encontramos a autoras que
publican con su nombre, que ambientan sus tramas en España y que escriben
poesía, relato o ensayo como Alejandra Martínez de Miguel (Madrid, 1994). A
estas últimas también les caracteriza su presencia en los medios de
comunicación y la concesión de entrevistas a la prensa con mensajes bastante
reivindicativos como se puede leer en las que le hicieron a Lucía Baskaran
(Zarautz, 1988) por Cuerpos malditos,
Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) por Cambiar de
idea o Anna Pacheco (Barcelona, 1991) por Listas, guapas, limpias.
En noviembre de 2018 Titania hizo una apuesta arriesgada dentro de su catálogo de Romántica Adulta Contemporánea. La editorial y la autora apenas la promocionaron en las redes sociales, salvo la de compartir las pocas reseñas que se publicaron en las bitácoras literarias como el blog de La Narradora al que pertenece esta imagen. El último llanto de los delfines se podría incluir dentro de una Literatura Millennial de rostro amable. Estefanía Yepes (Barcelona, 1988) retrata a través de una protagonista de 28 años dos realidades que en la última década ha marcado a una generación a la que ella y yo pertenecemos. Haley es una correctora freelance que vive en Málaga, trabaja para varias editoriales desde su piso y acumula encargos que apenas le dejan tiempo para tener algo de vida social y/o personal. Sin embargo, de pronto le surge la oportunidad de trabajar en nómina dentro de una importante editorial de Nueva York, lo que la obliga a hacer las maletas y emigrar como han hecho muchos españoles en los últimos años, entre ellos conocidos, amigos, familiares o, incluso, nosotros mismos. Disfruté mucho la novela porque me gusta el estilo elegante de Estefanía Yepes y su apuesta por el erotismo más clásico y la narración del mismo desde la insinuación. También destaco su apuesta por visibilizar a los escritores fantasma (ghostwriters) y la denuncia que hace de las presiones que puede sufrir un corrector o un asistente editorial para reescribir una novela para convertirla en un best-seller. Sin embargo, creo que hubiese sido algo más creíble si la editorial hubiese estado en Londres, Milán o Barcelona, por citar algunas de las capitales literarias de Europa. Hubiese sido interesante conocer la Barcelona del día a día descrita por una joven que ha crecido en la ciudad condal y que aún vive allí. Puedo entender que Estefanía Yepes haya querido tomar distancia y los motivos que se me ocurren son: la incomodidad por la situación sociopolítica que estamos viviendo en España en los últimos años y el miedo a crear malestar entre compañeros del mundo editorial y a herir sensibilidades entre autores españoles. (Fuente: https://www.lanarradora.com/2018/11/resena-el-ultimo-llanto-de-los-delfines.html).
En noviembre de 2018 Titania hizo una apuesta arriesgada dentro de su catálogo de Romántica Adulta Contemporánea. La editorial y la autora apenas la promocionaron en las redes sociales, salvo la de compartir las pocas reseñas que se publicaron en las bitácoras literarias como el blog de La Narradora al que pertenece esta imagen. El último llanto de los delfines se podría incluir dentro de una Literatura Millennial de rostro amable. Estefanía Yepes (Barcelona, 1988) retrata a través de una protagonista de 28 años dos realidades que en la última década ha marcado a una generación a la que ella y yo pertenecemos. Haley es una correctora freelance que vive en Málaga, trabaja para varias editoriales desde su piso y acumula encargos que apenas le dejan tiempo para tener algo de vida social y/o personal. Sin embargo, de pronto le surge la oportunidad de trabajar en nómina dentro de una importante editorial de Nueva York, lo que la obliga a hacer las maletas y emigrar como han hecho muchos españoles en los últimos años, entre ellos conocidos, amigos, familiares o, incluso, nosotros mismos. Disfruté mucho la novela porque me gusta el estilo elegante de Estefanía Yepes y su apuesta por el erotismo más clásico y la narración del mismo desde la insinuación. También destaco su apuesta por visibilizar a los escritores fantasma (ghostwriters) y la denuncia que hace de las presiones que puede sufrir un corrector o un asistente editorial para reescribir una novela para convertirla en un best-seller. Sin embargo, creo que hubiese sido algo más creíble si la editorial hubiese estado en Londres, Milán o Barcelona, por citar algunas de las capitales literarias de Europa. Hubiese sido interesante conocer la Barcelona del día a día descrita por una joven que ha crecido en la ciudad condal y que aún vive allí. Puedo entender que Estefanía Yepes haya querido tomar distancia y los motivos que se me ocurren son: la incomodidad por la situación sociopolítica que estamos viviendo en España en los últimos años y el miedo a crear malestar entre compañeros del mundo editorial y a herir sensibilidades entre autores españoles. (Fuente: https://www.lanarradora.com/2018/11/resena-el-ultimo-llanto-de-los-delfines.html).
Una de las innovaciones
del New Adult respecto a la
Literatura Juvenil fue la introducción de escenas de sexo explícitas, lo que la
acerca a una tendencia que surgió en la Romántica Adulta a partir del verano de
2012. Sin embargo, la mayoría de ellas se centran más en la anatomía de los personajes,
en la mecánica de sus movimientos y en la utilización de un esporádico lenguaje
soez, que a veces desentona con un estilo más elegante y cuidado que usa el
autor en esas escenas y rompe de manera abrupta con un erotismo bien narrado. Hay
escritoras millennial que intentan mostrar algo más que unas escenas de
sexo tradicionales, superficiales y masculinizadas, y aportar perspectivas más
feministas y reaccionarias, incluso una de ellas imparte un “Curso de Erotismo
en Narrativa” en Internet con el seudónimo de Érika Gael (Oviedo, 1985). Uno de
estos cambios es hablar sobre la liberación sexual de la mujer y la retratan
como la reivindicación de un derecho la acumulación de amantes esporádicos. Algunos
ejemplos de esto son las protagonistas de Caótica Jimena de Neïra (Valladolid, 1985) y Diario de una sirena de Rachel Bels
(Madrid, 1984). La segunda de ellas es la única que he leído donde la autora
cuestiona esta manera de entender la liberación sexual de una persona al mencionar
que esto puede esconder inseguridad, baja autoestima y poco aprecio hacia uno
mismo y su propio cuerpo. Según leí en un tuit hace unas semanas, Marina L.
Riudoms (Barcelona, 1983) a través de una de sus jóvenes protagonistas de Había una fiesta.
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