Hemos quedado con Alejandro
Marín y Fernando Peña, los editores de Editorial 16, para conversar sobre comunicación
y emprendimiento en una acogedora cafetería del centro histórico de Sevilla.
Nos gustaría agradecerle a Alejandro Marín y Fernando Peña que hayan sacado un
pequeño hueco en sus apretadas agendas para tomarse un café y desayunar con
nosotros.
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¡Buenos
días a ambos! Me gustaría felicitaros por la identidad corporativa tan bien
trabajada, coherente y atractiva que proyecta la editorial a través de las
redes sociales. Su creación incluye el diseño de un logotipo, una página web,
el uso de unos colores y/o tonalidades concretos, la creación de una firma para
el correo electrónico profesional, etcétera. ¿Cómo ha sido el proceso de
diseñar vuestra identidad corporativa? ¿Lo habéis hecho vosotros solos o habéis
confiado en el trabajo de otros profesionales?
Hola Elena, buenos días. Muchas gracias por
la felicitación y la invitación a esta entrevista para dar a conocer nuestro
proyecto. Estamos muy contentos con esa identidad corporativa que proyectamos.
Desde el principio teníamos claro que queríamos ser constantes en el diseño,
pero todo comenzó con una idea muy diferente a la que ahora mismo es Editorial
Dieciséis. Fue la collagista Marisa Maestre la que nos reveló
que el diseño que habíamos cogido era muy antiguo y desfasado. Para solucionar
esos problemas contamos con la ayuda de Alejandro Azopardo, un diseñador
gráfico que supo recomponer bajo otra forma los pilares en que basaríamos la
editorial. En una etapa tan temprana de un proyecto todo suma, por lo que
siempre es aconsejable contar con ayuda profesional.
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No
es fácil emprender ni tampoco convertir una vocación cultural en un trabajo
remunerado con el que pagar impuestos y facturas. ¿Por qué decidisteis a
arriesgaros y convertiros en una pequeña editorial independiente? ¿Cómo fueron vuestros
inicios?
Bueno, en realidad la idea de crear una
editorial no surge con la intención del autoempleo. Surgió como protesta,
estábamos hartos de que las grandes editoriales denostaran el valor de la
literatura tratando los libros como un simple producto con el que ganar dinero.
Queríamos que nuestra editorial diera voz a todos esos escritores talentosos
que por falta de fama y contactos nunca verían sus textos publicados. Pagar facturas
y rentabilizar la editorial vino después, como una necesidad para poder seguir
dando continuidad al proyecto.
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Hay
muchas profesiones dentro del sector literario y muchas de ellas son bastantes
desconocidas: editor, corrector de textos o traductor por citar algunas de las
más características. ¿Qué diferencias hay entre un editor y un corrector de
textos? ¿Cómo os definiríais como profesionales freelances de la edición
literaria y cuál es el trabajo que realizáis como editores?
En la publicación de un libro intervienen
numerosas personas, esas que comentas, puede incluso, que sean las más
conocidas. Pero un libro no se publica solo por un autor o por una editorial.
Un editor es, o debería ser, un corrector de texto incansable. Un editor debe
ejercer de mando, convirtiendo al autor en la mejor versión de sí mismo y, con
ello, al texto. Como editorial eso es lo que hacemos, trabajamos el texto junto
al escritor hasta que creemos que está finalizado (aunque esto, para muchos, no
es más que una fase temporal que dura lo que una relectura).
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¿Cómo definiríais Editorial 16 y
el trabajo que hacéis en ella?
Editorial Dieciséis es un
proyecto editorial que nació hace tres años y crece mezclando en el libro
literatura y arte. Después de cinco obras publicadas, la intención es abrirse
un hueco en el mundo editorial, centrándonos en la calidad. La editorial busca
la disciplina en cuanto al estilo, más pendiente de lo intimista y emocional,
pero abierta en cuanto a la temática y el género.
Como ya hemos mencionado, lo que
nos llevó aquí fue la necesidad de un cambio respecto a los criterios seguidos
por los grandes sellos, centrados exclusivamente en la venta. Eso nos empujó a
crear un producto digno, amplio en cuanto a los detalles, cuidando tanto las
marcas personales dentro del texto, como el empaquetado de los envíos, que
fijen su atención en él; con la finalidad de conectar al lector con el
escritor/a.
Diríamos que la editorial tiene
como objetivo humanizar el mundo del libro a través de un contacto cercano,
amistoso y atento con escritores y también con ya, cientos de lectores.
El interés por dar voz a
escritores prometedores conlleva una ardua tarea en el proceso de búsqueda,
corrección y elaboración, pero con el resultado de la satisfacción y compromiso
con la obra publicada. Eso nos permite mirar nuestro fondo sin miedo a regresar
a él, sin dejar a nadie atrás.
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Habéis
abierto la recepción de manuscritos. ¿Qué buscáis en un manuscrito para decidir
si lo publicaréis?
No hay una fórmula, es un sentimiento que
nos hace decir: “Quiero tener este libro en mi catálogo”.
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Contadnos
un poco como ha sido, está siendo y/u os gustaría que fuese vuestra trayectoria
como jóvenes editores freelances y
emprendedores. ¿Cómo habéis evolucionado como profesionales de la edición
literaria?
Pues todo el camino, antes, durante y
después, es, en una simple palabra: instructivo. Todos los días aprendemos
algo, la editorial casi que no es un trabajo, es una escuela. Y esperamos que
siga siendo así para siempre. En el momento que pensemos que no podemos
aprender nada más sobre este mundo es que algo estaremos haciendo mal.
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En
los últimos años se habla mucho en redes sociales sobre la planificación de las
rutinas de trabajo e, incluso de nuestro tiempo dedicado al ocio y a la vida
personal. ¿Planificáis vuestra jornada de trabajo? ¿Tenéis alguna rutina?
Hasta hace poco no conseguimos tener una
rutina de trabajo con plazos y objetivos. Luego vino la pandemia y la
cuarentena y todas esas planificaciones cambiaron. Pero sí, siempre es
necesario un orden, estamos trabajando en 5 manuscritos a la vez, en cada libro
trabajan hasta siete personas diferentes (editor, autor, maquetador, corrector,
impresor, diseñador…) si no tienes un orden se pueden producir muchos errores.
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Cuando
buscamos historias de emprendedores y/o influencers, lo que solemos
encontrar son historias de éxito y de personas que todo lo hacen perfecto. ¿Por
qué apenas se habla de fracasos y de los errores que todos cometemos en
nuestras trayectorias profesionales? ¿Se aprende más de los éxitos o de los
fracasos?
Hay que aprender de todo, de los éxitos y de
los fracasos. Y sobre todo hay que saber disfrutar de los logros. Parece que
uno se fija más siempre en los errores que comete que en los aciertos que
consigue. Respecto a las historias de éxito supongo que se cuentan porque son
motivacionales. Conocer un fracaso te enseña, pero no te motiva. Y cuando todo
acaba uno solo se acuerda de los logros.
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Muchas
gracias a ambos por vuestro tiempo.
Gracias a ti por cedernos este espacio.
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