9 abr 2019

Reflexiones de una bloguera treinteañera


La entrada de hoy surge de un extenso comentario que le dejé ayer por la tarde a Cristina Anguita en su entrada “Noveno aniversario del blog: tiempo de cambios”. Su blog es Devoradora de libros (Cuaderno de lecturas) y lo descubrí hace casi 7 años, unas semanas antes de abrir el mío. Aún hoy sigue siendo una de mis bitácoras de referencia, junto con el de Gabriella Campbell. Ambas me parecen un ejemplo a seguir, ya que la mayoría de los blogs que he descubierto estos años no suelen superar el lustro.
Las reflexiones y conclusiones de Cristina Anguita como bloguera literaria me han hecho reflexionar sobre mi trayectoria en el blog y las redes sociales. He cambiado mucho desde mis 20 años cuando estaba en Fotolog y contaba a diario como era mi día a día en la facultad dando quizás más información personal de la necesaria y desde los 25 cuando con timidez y mucha inseguridad abrí este blog. Mis dos últimos años están siendo muy significativos, ya que están siendo meses de cambios importantes en lo personal y de reencontrarme y redescubrirme. Mi impresión actual de las redes sociales también está cambiando mucho y éstas cada vez me cansan, saturan y estresan más. He descartado Instagram a pesar de que me lo hayan sugerido porque no me termina de convencer. No aspiro a ser influencer, aunque reconozco que me gusta informarme sobre el tema, pero siempre buscando una perspectiva crítica y diferente a lo que abunda en redes sociales.
En los últimos años he caído en la tiranía de las novedades, la inmediatez y los géneros que más ruido hacen en la blogosfera: la Literatura Juvenil y la Novela Romántica. Con el tiempo me he acomodado y a la larga he entrado en una crisis lectora debido a la presión de la inmediatez, la saturación de determinadas novedades y la decepción que me he llevado con ciertos autores nacionales. No me gusta que estos dos géneros citados estén llenos de tópicos, romanticen ciertas situaciones tóxicas, que apenas innoven y que hayan normalizado el uso del lenguaje obsceno dentro de las tramas. Me he hartado de sentirme incómoda leyendo ciertas actitudes de los personajes y cierto lenguaje vulgar, y de ser de las pocas blogueras que se siente libre de denunciar estos detalles en sus reseñas, aunque siempre intentando no herir el ego del autor.
Necesito volver a mis orígenes y recuperar mi gusto lector por los Clásicos y la novela policíaca. No quiero dejar de leer Juvenil y Romántica porque he leído novelas que merecen mucho la pena, pero quiero ser más selectiva. Intentaré darle una oportunidad sólo a aquellas novelas que creo que me puedan enriquecer en alguna medida y cuyos autores innoven en algún aspecto: la apuesta por la elegancia y la insinuación del lenguaje erótico más clásico de Estefanía Yepes (1988) en El último llanto de los delfines, una trama arriesgada e intimista que cuestione ideas preconcebidas de nuestra sociedad como hace Abril Camino (1980) en Imposible canción de amor o una ex influencer que novelice su propia experiencia de abandonar las redes sociales para centrarse en las relaciones cara a cara. No dejaré de estar pendiente de las novedades, pero siempre he sido más partidaria de la calidad que de la cantidad y esto es algo que en los últimos años se ha perdido.

Interesante apuesta editorial de Editabundo y Planeta. Buscad la sinopsis y leed las primeras páginas. Sólo leerla, ya te hace reflexionar. Parece un buen reflejo de la complejidad de mi generación, su particular relación con las redes sociales y la importancia que para algunos está teniendo la necesidad de cierta desconexión digital. Somos una generación que descubrió las redes sociales en su etapa universitaria, las usó para compartir su vida como si fuese un diario o se estuviese tomando un café con sus amigos y se olvidó de tener una comunicación y unas relaciones más analógicas, además de proteger su intimidad personal, familiar y sentimental. A mí me ha llamado la atención y me ha hecho buscar información sobre su autora. Berta Bernad (1988) me parece una joven  cercana, arriesgada e inspiradora, al menos es la impresión que me ha dado al leer su biografía y la última entrevista que ha concedido a Vogue: https://www.vogue.es/living/articulos/berta-bernad-influencer-primera-novela-mi-nombre-es-greta-godoy-2019/39900. (Fuente: https://www.facebook.com/1504228139711536/photos/a.1508186202649063/1508186769315673/?type=3&theater). 
Para terminar esta entrada me gustaría citar alguna de las consecuencias negativas que tienen las redes sociales y de las que apenas se hablan: la dependencia, el estrés, la soledad, la frustración y los problemas de autoestima y comunicación. Esto me ha llevado a tomar las siguientes decisiones: no mostrar mi vida personal, académica y profesional, salvo que esté relacionada con el blog y/o el proyecto Elena Velarde – Trabajo con textos; y priorizar las relaciones cara a cara y las telefónicas frente a las virtuales. Son decisiones que empecé a llevarlas a cabo de manera inconsciente hace ya algunos años y que ahora lo hago con consciencia tras experimentar sus beneficios.

2 comentarios:

  1. Muy interesante y acertada reflexión. De acuerdo contigo en que proliferan el lenguaje soez y los recursos facilones. Pero también hay textos de gran calidad, sólo hay que detenerse y hacer una selección. Esa soledad de la que hablas yo no la experimento, porque me he propuesto disfrutar de cada entrada que hago como si se tratase de un diario personal. Pero es muy respetable tu opción Un abrazo, Elena.

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  2. Muy buena entrada Elena. Estoy de acuerdo contigo, especialmente en lo referido a la falta de autoestima generalizada. Las redes sociales no han hecho más que agravar y evidenciar un problema sociológico. No pretendo cargar contra ellas, pues creo que son un instrumento neutral que permite mejorar la comunicación en general y estar al tanto de la vida de aquellos que te importan, pero sí me gustaría resaltar el lamentable uso que le ha dado la sociedad. Se han convertido en un escaparate social donde los likes son la fuente de autoestima para muchos. Me encantaría ver el número de cuentas que se cerrarían si determinados usuarios dejaran de recibir tanta atención social en las redes. Y todo ello sin mencionar la falta de escrúpulos y de respeto en muchos comentarios donde el anonimato se ha convertido en el mejor aliado de muchos a la hora de insultar e incluso amenazar. En fin...habrá que ver como evolucionan las cosas. Espero que, como tu decías, lo hagan hacia una mayor "desconexión digital".

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