La entrada de hoy surge de
un extenso comentario que le dejé ayer por la tarde a Cristina Anguita en su
entrada “Noveno aniversario del blog: tiempo de cambios”. Su blog es Devoradora de libros (Cuaderno de lecturas)
y lo descubrí hace casi 7 años, unas semanas antes de abrir el mío. Aún hoy
sigue siendo una de mis bitácoras de referencia, junto con el de Gabriella
Campbell. Ambas me parecen un ejemplo a seguir, ya que la mayoría de los blogs
que he descubierto estos años no suelen superar el lustro.
Las reflexiones y
conclusiones de Cristina Anguita como bloguera literaria me han hecho
reflexionar sobre mi trayectoria en el blog y las redes sociales. He cambiado
mucho desde mis 20 años cuando estaba en Fotolog
y contaba a diario como era mi día a día en la facultad dando quizás más
información personal de la necesaria y desde los 25 cuando con timidez y mucha
inseguridad abrí este blog. Mis dos últimos años están siendo muy
significativos, ya que están siendo meses de cambios importantes en lo personal
y de reencontrarme y redescubrirme. Mi impresión actual de las redes sociales
también está cambiando mucho y éstas cada vez me cansan, saturan y estresan
más. He descartado Instagram
a pesar de que me lo hayan sugerido porque no me termina de convencer. No
aspiro a ser influencer, aunque
reconozco que me gusta informarme sobre el tema, pero siempre buscando una
perspectiva crítica y diferente a lo que abunda en redes sociales.
En los últimos años he
caído en la tiranía de las novedades, la inmediatez y los géneros que más ruido
hacen en la blogosfera: la Literatura Juvenil y la Novela Romántica. Con el
tiempo me he acomodado y a la larga he entrado en una crisis lectora debido a
la presión de la inmediatez, la saturación de determinadas novedades y la decepción
que me he llevado con ciertos autores nacionales. No me gusta que estos dos
géneros citados estén llenos de tópicos, romanticen ciertas situaciones
tóxicas, que apenas innoven y que hayan normalizado el uso del lenguaje obsceno
dentro de las tramas. Me he hartado de sentirme incómoda leyendo ciertas
actitudes de los personajes y cierto lenguaje vulgar, y de ser de las pocas
blogueras que se siente libre de denunciar estos detalles en sus reseñas,
aunque siempre intentando no herir el ego del autor.
Necesito volver a mis
orígenes y recuperar mi gusto lector por los Clásicos y la novela policíaca. No
quiero dejar de leer Juvenil y Romántica porque he leído novelas que merecen
mucho la pena, pero quiero ser más selectiva. Intentaré darle una oportunidad
sólo a aquellas novelas que creo que me puedan enriquecer en alguna medida y cuyos
autores innoven en algún aspecto: la apuesta por la elegancia y la insinuación
del lenguaje erótico más clásico de Estefanía Yepes (1988) en El último llanto de los delfines, una
trama arriesgada e intimista que cuestione ideas preconcebidas de nuestra
sociedad como hace Abril Camino (1980) en Imposible canción de amor o una ex influencer
que novelice su propia experiencia de abandonar las redes sociales para
centrarse en las relaciones cara a cara. No dejaré de estar pendiente de las
novedades, pero siempre he sido más partidaria de la calidad que de la cantidad
y esto es algo que en los últimos años se ha perdido.
Interesante apuesta editorial de Editabundo y Planeta. Buscad la sinopsis y leed las primeras páginas. Sólo leerla, ya te hace reflexionar. Parece un buen reflejo de la complejidad de mi generación, su particular relación con las redes sociales y la importancia que para algunos está teniendo la necesidad de cierta desconexión digital. Somos una generación que descubrió las redes sociales en su etapa universitaria, las usó para compartir su vida como si fuese un diario o se estuviese tomando un café con sus amigos y se olvidó de tener una comunicación y unas relaciones más analógicas, además de proteger su intimidad personal, familiar y sentimental. A mí me ha llamado la atención y me ha hecho buscar información sobre su autora. Berta Bernad (1988) me parece una joven cercana, arriesgada e inspiradora, al menos es la impresión que me ha dado al leer su biografía y la última entrevista que ha concedido a Vogue: https://www.vogue.es/living/articulos/berta-bernad-influencer-primera-novela-mi-nombre-es-greta-godoy-2019/39900. (Fuente: https://www.facebook.com/1504228139711536/photos/a.1508186202649063/1508186769315673/?type=3&theater).
Para
terminar esta entrada me gustaría citar alguna de las consecuencias negativas
que tienen las redes sociales y de las que apenas se hablan: la dependencia, el
estrés, la soledad, la frustración y los problemas de autoestima y
comunicación. Esto me ha llevado a tomar las siguientes decisiones: no mostrar
mi vida personal, académica y profesional, salvo que esté relacionada con el
blog y/o el proyecto Elena Velarde – Trabajo
con textos; y priorizar las relaciones cara a cara y
las telefónicas frente a las virtuales. Son decisiones que empecé a llevarlas a
cabo de manera inconsciente hace ya algunos años y que ahora lo hago con
consciencia tras experimentar sus beneficios.
Muy interesante y acertada reflexión. De acuerdo contigo en que proliferan el lenguaje soez y los recursos facilones. Pero también hay textos de gran calidad, sólo hay que detenerse y hacer una selección. Esa soledad de la que hablas yo no la experimento, porque me he propuesto disfrutar de cada entrada que hago como si se tratase de un diario personal. Pero es muy respetable tu opción Un abrazo, Elena.
ResponderEliminarMuy buena entrada Elena. Estoy de acuerdo contigo, especialmente en lo referido a la falta de autoestima generalizada. Las redes sociales no han hecho más que agravar y evidenciar un problema sociológico. No pretendo cargar contra ellas, pues creo que son un instrumento neutral que permite mejorar la comunicación en general y estar al tanto de la vida de aquellos que te importan, pero sí me gustaría resaltar el lamentable uso que le ha dado la sociedad. Se han convertido en un escaparate social donde los likes son la fuente de autoestima para muchos. Me encantaría ver el número de cuentas que se cerrarían si determinados usuarios dejaran de recibir tanta atención social en las redes. Y todo ello sin mencionar la falta de escrúpulos y de respeto en muchos comentarios donde el anonimato se ha convertido en el mejor aliado de muchos a la hora de insultar e incluso amenazar. En fin...habrá que ver como evolucionan las cosas. Espero que, como tu decías, lo hagan hacia una mayor "desconexión digital".
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