Yo no tengo nada en contra de los finales previsibles, es más
me gustan pero también disfruto cuando me sorprenden. El problema es una manía
que tengo desde niña que es adelantarme en mis lecturas y leerme el final antes
de tiempo, aunque con algunos libros he conseguido no hacerlo.
Las comedias y novelas románticas suelen ser muy predecibles
y me suelen gustar para evadirme un rato aunque más de una me haya aburrido
bastante. Después de haber visto o leído dos o tres ya conoces más o menos cómo
será el hilo argumental y puedes intuir sin problemas cuál será la pareja
protagonista (y el trío que protagoniza la historia), e incluso las secundarias.
Suelen ser muy habituales los embarazos, las infidelidades y las bodas, entre
otros asuntos.
A mí me gusta mucho leer novelas que te hablan del día a día
y todos sabemos que lo cotidiano se caracteriza por una rutina y la
previsibilidad aunque siempre existe un margen de que suceda algo que le dé un
giro a tu vida y es eso lo que yo quiero leer en las novelas: rutina y alguna que
otra sorpresa. Esta es una de las razones por las que me gustan tanto las
novelas de Jane Austen y últimamente el chick-lit.
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