PINCELADAS
"Nadie sabía la importancia que Pinceladas al óleo
tenía para Judith y fue al empezar a escribirla cuando pudo superar la crisis
que vivió en su primer año de facultad y no su relación con Pablo como muchos
pensaban. Este último era el que mejor conocía lo que se escondía tras esa
novela, aún así desconocía mucho acerca de ella.
En el verano entre primero y
segundo Judith se reencontró consigo misma, fue el primero en el que trabajó y
en el que además tuvo que estudiar. Tras llegar de Sicilia, se fue a pasar el
mes de Agosto al pueblo de sus abuelos maternos en Asturias y en Septiembre,
tras los exámenes, se fue a Cambridge con Pablo. Esos quince días los aprovechó
para escribir, leer y afianzar aún más su relación con Pablo, a quien apenas
vio desde que se fue a Sicilia.
Fue en Asturias donde se
replanteó su vida y decidió dejar la delegación de alumnos, ya que la
consideraba una pérdida de tiempo que no le aportaba mucho a su vida. Había
pasado ya casi un año desde que entró a la universidad y había llegado el
momento de valorarlo. Habían sido doce meses llenos de cambios y también de
nuevas experiencias entre las que destacaría el alivio que sintió al no ser más
“hija de...”, las excavaciones a las que tuvo la oportunidad de ir y el
intercambio de apuntes cuando alguien faltaba a clase o quería compararlos con
los que había cogido.
Cambiaron muchas cosas desde
que empezó segundo. Ya sabía a lo que se enfrentaba y eso la tranquilizaba. Su
forma de coger apuntes en clase apenas cambió pero se llenaron de colores al
usar rotuladores para subrayarlos e incluir anotaciones para completarlos.
Estaba todo el día en la facultad, tuviese clase o no. Entre semana estudiaba
en la biblioteca con pequeños descansos para tomar un café a media mañana, a
comprarse rotuladores, dossieres de asignaturas o hacer fotocopias... y
los fines de semana en su casa o en casa de Pablo. Ese año dio una asignatura
que la marcó especialmente: La Civilización Medieval a través de los
Testimonios Materiales con sus prácticas para aprender a citar
bibliografía, a manejar actas de conferencias, etcétera y el trabajo que hizo
al final del cuatrimestre sobre los castillos en Inglaterra durante los siglos
XIII y XIV.
Judith, si no escribía con
asiduidad, no era ella y la escritura para ella era como una droga, la
necesitaba para vivir. Siempre lo hacía en español, a pesar de que en inglés
poseía la misma fluidez, casi nadie lo entendía y Judith tampoco sabía porqué
no escribía en ambos idiomas cuando su personalidad se caracterizaba por esa
dualidad y era eso lo que la hacía tan atractiva.
El término pincelada llegó
a formar parte de la vida cotidiana de Judith y también de su personalidad pero
no sabía porqué lo usaba tanto en contextos que se diferenciaban mucho entre sí
y algunos de los cuales se alejaban bastante del ámbito propio de la literatura.
A sus veintiocho años aún no había encontrado una respuesta que tuviese
fundamento y le aclarase un poco qué significado podía tener pincelada
para ella. Suponía que la relación que mantuvo con Pablo durante tantos años
tuvo que influir en su manera de concebir la pintura y sus elementos más
característicos como los pinceles, los pigmentos, la paleta, el óleo, el
lienzo...
Judith no lo sabía pero se
convertiría en la representante del movimiento literario del Pincelismo
que englobaría a un conjunto de novelas que se escribirían en España e
Inglaterra durante la primera mitad del siglo XXI y que se caracterizaba porque
la estructura de sus novelas eran pinceladas que iban dibujando a los
personajes y también la acción de la novela, cuya lectura podía ser un símil a
la pintura de un lienzo desde sus primeras pinceladas.
Su obra más importante fue Pinceladas
de patinaje que Judith escribiría veinte años después que el primer
borrador de Pinceladas al óleo. A diferencia de sus otras novelas, ésta
narraba tres historias de amor simultáneas en el tiempo pero alejadas en el
espacio, cuyo denominador común eran la edad de los protagonistas y el patinaje
artístico sobre hielo. La novela empezaba con unas primeras pinceladas sobre
una historia que se desarrollaba en San Petersburgo y que narraba la relación
que hubo entre Vera Nekrasova, cuyo pasado la atormentaba, y Aleksei Ulanov,
cuyo objetivo era descubrir lo que se escondía tras tanta perfección y así
poder destruir a la patinadora. Después, la acción se trasladaba a Pekín donde
los protagonistas vivían un historia que recordaba a la de Romeo y Julieta.
Y, por último, recuperó la historia de Lindsay y Kyle a la que hizo varias
modificaciones con respecto a la versión que aparecía en Lo que sentí al
verte dormida y que esta vez se desarrollaba en Chicago.
Love
Actually inspiró a Judith cuando empezó a escribir Pinceladas de
patinaje, cuya acción transcurría entre el día de Acción de Gracias a
finales de Noviembre y el día de la Navidad ortodoxa rusa el 7 de Enero. Fue
una novela a la que llenó con sus recuerdos de infancia y las diferentes
tradiciones que entre los tres países existían para celebrar una fiesta de
origen cristiano.
Las navidades de Judith
mezclaban las tradiciones anglosajonas con las españolas. Añoraba levantarse la
mañana de Navidad, despertar a sus padres y sus hermanos e irse todos juntos a
abrir los regalos que estaban debajo del árbol. Al estar en Londres la
Nochebuena no la celebraban y el día de Navidad cenaban en una de las residencias
de su abuela, igual que el día de San Esteban, a partir de las siete de la
tarde. Tras la cena, cantaban una gran variedad de villancicos como Noche de
Paz, Blanca Navidad o 25 de Diciembre y siempre acompañados
por el sonido de las panderetas, las zambombas y el piano que solía tocar
Natalia.
De Pinceladas de patinaje
con la historia con la que más se identificaba Judith era con la de Vera y
Aleksei, también fue con la que más disfrutó. De las tres era la de mayor
complejidad y la que más sorprendía al lector con esos giros que de repente
daba y que los descolocaba. Vera y Aleksei parecían personajes que estaban
llenos de fuerza pero, en realidad, eran muy frágiles.
Le gustaba escribir a mano,
en un cuaderno o en folios, cuyas páginas enumeraba y fechaba al comienzo del
mes en la esquina superior derecha, y con bolígrafo azul. Alguna vez lo intentó
delante de la pantalla del ordenador pero ésta no le inspiraba y el teclado
sólo lo usaba para transcribir lo que había escrito con anterioridad.
Como Almudena Grandes y
otros escritores intentaba escribir sus novelas en orden desde la primera
página hasta la última y evitaba hacer versiones, lo que no significaba que
tuviese al menos un par de borradores por cada novela.
“Escribir una novela es un
trabajo largo, pero apasionante.” Judith no se acordaba bien donde había leído
esta cita y quien la había escrito.
Prefería escribir una novela
donde la narración durase poco tiempo, por ejemplo, unas horas, a una que
abarcase a más de una generación. Disfrutaba más describiendo, haciendo
reflexionar recordar a los personajes que narrando diferentes situaciones.
Con veinte años ya había
cumplido algunos de sus sueños de cuando era una adolescente, etapa que dejó
atrás al cumplir la mayoría de edad un par de años antes. Estaba estudiando lo
que siempre había querido, había participado en excavaciones que le habían
hecho ver que, aparte de la investigación, lo suyo también eran el pico y la
pala, y había escrito un par de novelas, la última de las cuales empezó a
publicar en un foro de Internet donde tuvo buena acogida y donde le escribieron
cosas que nunca le habían dicho y que significaron mucho para Judith en su
crecimiento como escritora. A la vez que publicaba un capítulo, hacía una serie
de preguntas a sus lectores acerca del argumento y sus personajes, intentaba no
presionarles para que contestasen y les encantaba leer sus respuestas. Algunas
de ellas se acercaban bastante a la trama y al carácter de los personajes que
Judith ya había pensado y/o escrito pero otras se alejaban.
La experiencia la volvió a
repetir con casi todas las novelas que escribió a continuación. Nadie averiguó
lo que escondía Tita Lladró hasta que Judith no terminó de publicarla ni
tampoco consiguieron adivinar, que la búsqueda de Vera Nekrasova por lograr la
perfección, era para ocultar su vulnerabilidad y su miedo a enamorarse."
Elena Velarde
5 . 29 diciembre 2006
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