Desde el momento en que
surge la idea que se quiere desarrollar en una obra literaria o audiovisual
hasta que ésta llega a su público potencial hay mucho trabajo, y lo ideal sería
que interviniesen diferentes profesionales. Hace unos meses me centré en la “Asesoría literaria” y la corrección de
estilo especializada en la contextualización histórica. Esta entrada sería una
continuación de la citada y se centrará en una tarea muy presente y valorada en
obras audiovisuales y teatrales, pero algo descuidada en las obras literarias.
Los documentalistas
suelen ser licenciados o graduados en alguna carrera de Humanidades (Historia,
Periodismo, etcétera) y son una figura profesional de cierta relevancia dentro
del sector audiovisual y cinematográfico. Sin embargo, en el sector literario
suelen ser los escritores los que llevan a cabo las tareas de documentación
durante la planificación, escritura y corrección de sus obras. Para esta fase
existen lectores beta e informes de lecturas, pero en ellos se suelen obviar aquellos
asuntos relativos a la contextualización histórica y la documentación.
Ya mencioné en la entrada
sobre la “Asesoría en contextualización
histórica” mis estudios previos y lo capacitada que estoy para
trabajar con un autor en estos temas, pero también si éste necesitase delegar
las tareas de documentación. Matizo de nuevo que todo esto es importante
también en las novelas contemporáneas e incluyo a las más comerciales. Voy a
ilustrar esta entrada con posibles situaciones donde mencionaré a qué profesionales
se podría acudir y en cada uno de ellos encontraréis ejemplos de novelas
contemporáneas, históricas o híbridas de autores españoles.
Esta imagen muestra muy bien como se
realiza el trabajo de documentación y es a la vez la tarea arqueológica que menos
se fotografía, en una proporción mucho menor que las prospecciones y/o las excavaciones. También muestra mis tres facetas profesionales al haber elegido
los que son mis manuales de Arqueología de cabecera, una colección de libros
infantiles que me acercaron a la Historia a finales de los 90 y una selección
de novelas que he reseñado en los más de 7 años que tiene este blog. Los
elementos comunes que unen a esas tres facetas (la arqueóloga, la historiadora
y la literaria) son mi interés por visibilizar los aspectos más metodológicos
de una determinada profesión, los estudios sobre la mujer y la vida cotidiana,
sin olvidar otros temas como las enfermedades, la violencia y la sexualidad. En
estas temáticas es importante tener siempre presente el contexto histórico e
intentar no descontextualizar nuestra fuente de estudio. Un ejemplo de todo
esto serían las reseñas de mis dos novelas favoritas: ambas escritas por
mujeres del siglo XIX adelantadas a su tiempo (Orgullo y prejuicio de Jane Austen y Mujercitas de Louisa May Alcott) y
dos protagonistas que se convirtieron en referentes de las sucesivas olas del
feminismo del siglo XX: Lizzie Bennet y Jo March. (Fuente: Leticia Velarde).
Soy historiadora y
arqueóloga de vocación y formación, y tiendo a contextualizar cualquier
acontecimiento, incluso los más personales, cotidianos y/o sentimentales. El
estudio de la Historia tiene como objeto investigar el pasado para intentar
comprender el presente y evitar cometer los mismos errores. Los historiadores
también somos lectores y algunos de ellos son escritores de novela histórica,
contemporánea y otros géneros no realistas. Entre los de novela histórica
destacan Juan Eslava Galán, Victoria Álvarez y Marta Gracia Pons. Sin embargo,
aquí me gustaría destacar el relato contemporáneo Fantasma que la historiadora del
arte María Bastarós para la antología Ya no
recuerdo que quería ser de mayor publicado por Temas de hoy. La autora nació como yo en
1987, un detalle también compartido con otros dos autores de la citada
antología (Andrea Gumes y Antonio J. Rodríguez) y uno de sus editores (Marcel
Ventura), lo que significa que cumplimos los 20 con el tímido inicio de la
crisis económica, los 25 en el peor momento de ésta y los 30 en el año del #MeToo. En el relato de Fantasma de María
Bastarós ha captado mi atención como ha sabido crear una trama alrededor de un
momento olvidado del pasado de la protagonista que de pronto reaparece y como
lo contextualiza para cuestionar el presente de Paloma y el intento de ésta por
recuperar el activismo que la caracterizó años atrás. Dicho relato ha
despertado por mi interés por leerme el reto de relatos que autores como Munir
Hachemi, Elisa Levi, Víctor Parkas, Alejandra Martínez de Miguel, Lucía
Baskarán y Luna Miguel han escrito por encargo para abordar las crisis de los
25 y/o de los 30 de una parte de la generación Millennial y según he
leído o escuchado en diferentes entrevistas cada uno de ellos se centra en una
parcela de la vida distinta.
En la última década la Literatura Juvenil
es la que más ha evolucionado dentro del ámbito literario español y la que con
más rapidez se aproxima a las inquietudes de las generaciones más jóvenes.
También es la que más transparencia muestras en sus redes sociales y de las que
mayor riesgo asume al apostar por autores noveles que muchas veces tienen
edades entre 18 y 35 años como Plataforma Neo,
Ediciones Labnar o Caballo de Troya. Sin embargo, muchos de
estos escritores y editores cuestionan las novelas juveniles que se publicaron
en los 90 como las que aparecen en esta fotografía y que marcaron mi paso de la
infancia a la adolescencia. Estas obras son un buen reflejo de una época por la
que siente nostalgia y que he idealizado debido a la corta edad que tenía
entonces. Llegar al año 2000 con apenas 13 años me dificultó comprender lo que
significaron las desmembraciones de Checoslovaquia y la Unión Soviética, la
reunificación de Alemania, las sucesivas guerras de los Balcanes y la aparición
de nuevos países en el este de Europa. (Fuente: Elaboración propia).
Cuando desarrollamos una
idea para una película, una serie de televisión o una novela contemporánea
siempre buscamos referencias actuales y/o de nuestra infancia o adolescencia.
Hay una década muy presente en el imaginario colectivo de los españoles: la de
los 80 como unos años de mucha libertad creativa y cultural en España. Sin
embargo, a partir de 2017 se ha empezado a reivindicar la década de los 90 al
coincidir la emisión de un especial de Informe
Semanal para conmemorar los 25 años de la Expo de Sevilla y los
Juegos Olímpicos de Barcelona, y la de la parodia Colegas ambientada a mediados de los 90 con algunos de
los actores de las primeras series adolescentes españolas (Al salir de clase y Compañeros) y homenajear a los jóvenes
actores de aquellos años y a la generación de niños y adolescentes que crecimos
viendo esas series, leyendo la Super Pop,
la Ragazza y la YOU, y las primeras canciones compuestas
por La Oreja de Van Gogh en un
walkman o un discman. En estos dos últimos años se han publicado
algunas obras ambientadas en la Sevilla de 1992: Expo’92. Un viaje en el tiempo de Antonio Puente Mayor, Y ahora, lo importante de Beatriz Navas
Valdés, Vozdevieja de Elisa
Victoria y El pez globo de
José Ángel Ríos. Otras novelas que se han publicado en estos meses también han
ambientado toda o parte de su trama en los 90 son: Una familia normal de Alejandra Parejo en
el Madrid de 1998 o Las voces del lago de
Beatriz Esteban en la Irlanda de 1997.
La década de los 90 es
bastante atractiva y algunas de las innovaciones que han surgido en la
Literatura Juvenil con etiquetas como el New
Adult y temáticas como la Erasmus
no existían, y otras como las enfermedades mentales, la violencia de género y
la sexualidad apenas se trataban. Sin embargo, abordaban algunas problemáticas importantes
y delicadas sobre las que nos concienció mucho a los niños y adolescentes de
entonces: los peligros de la vida nocturna en la adolescencia, el consumo de
drogas y alcohol, y los peligros de mantener relaciones sexuales sin
protección. Hace años que apenas encuentro estas temáticas en la Literatura
Juvenil, incluido el New Adult,
y convendría romperlas con un tono más cercano y actual, aunque sí he leído que
la única consecuencia de tener sexo sin protección es un embarazo no deseado
sin mencionar el VIH u otras enfermedades e infecciones de transmisión sexual.
Estos temas se podrían ambientar en la actualidad o en los 90 y retratarlos así
en una época sin redes sociales. A pesar de su cercanía temporal e histórica,
lo ideal sería que el autor se documentase o delegase esa tarea y que esto
también lo hiciesen los posibles correctores y/o editores del correspondiente
manuscrito a la hora de redactar el informe de lectura.
La
Literatura, al igual que la Historia y la Arqueología, es un reflejo de la
época y del país en el que se escriben las obras y se llevan a cabo las
correspondientes investigaciones. La Literatura debería intentar reflejar las
inquietudes y los temas de más actualidad de la sociedad en la que se enmarca
el autor, y dentro de ésta las más permeables y volubles son la Juvenil y el New Adult. Sin embargo, no todos los autores
se documentan lo suficiente y descuidan bastante la manera de abordar
determinados asuntos delicados, tal y como se pueden leer en las coincidencias
que a veces te encuentras en las críticas constructivas de una y dos estrellas
de Goodreads.
Un ejemplo podría ser la novela de Todo lo
que nunca fuimos de Alice Kellen donde la autora intenta abordar
un trastorno grave de depresión y ansiedad desde la superficialidad y según la Wikipedia.
Me llamaba la atención la citada novela y había pensado leerla, pero cuando
empecé a leer comentarios negativos de lectores de otras novelas de esta autora
a los que esta novela había decepcionado y destacaban lo mal que Alice Kellen
reflejaba una terapia donde no se iba al psicólogo, decidí descartarla. Este es
el ejemplo de una autora muy comercial y sus obras están llenas de clichés,
pero esto no debería ser un inconveniente para acudir a especialistas y/o a sensitive
readers que padezcan algún trastorno mental y evitar así romantizarlos.
(Fuente: https://www.lanarradora.com/2019/02/resena-todo-lo-que-nunca-fuimos-alice-kellen.html).
En los últimos años está
habiendo cada vez un mayor interés y concienciación por visibilizar los trastornos
y/o enfermedades mentales. Las redes sociales y la aparición de artículos
divulgativos que hablan sobre ellas en medios de comunicación generalistas como
Vogue o El País buscan testimonios de
personas que los padecen para que no se las estigmatice e intentar prestigiar
las profesiones de la Psicología y la Psiquiatría. Los historiadores y los
filólogos cada vez les prestan más atención y respeto a personajes históricos
como Juana I de Castilla, la emperatriz Sissí de Austria o Virginia Woolf.
Dentro del panorama literario español de los últimos años se han publicado
novelas cuyo protagonista sufre un trastorno mental y algunos ejemplos de ellos
son: la anorexia en Corazón de mariposa de
Andrea Tomé, Seré frágil de
Beatriz Esteban o Joder si te quise
de Elsa García; la ansiedad en Solíamos
nosotros de Cristian Martín y Túy otros desastres naturales de María Martínez; la depresión en La chica del corazón de agua de Sonia
Lerones; o el estrés postraumático en Tan sólo un segundo de Virginia S. McKenzie.
Si como escritores
buscamos sensibilizar sobre las enfermedades mentales y no estigmatizarlas aún
más, lo ideal sería que mientras construimos a los personajes sería contactar
con algún psicólogo y leer artículos o monografías sobre el tema. Por un lado,
puede ayudarnos a crear la trama que queremos desarrollar esté o no basada en
nuestras propias vivencias, pero, por otro lado, puede servirnos para
conocernos mejor a nosotros mismos, e incluso a desahogarnos. Para mí están
siendo buenos puntos de partida los artículos de la sección de Psicología de
Trendencias donde
he encontrado testimonios de personas que han sufrido o sufren algún trastorno
mental y/o de lo que ha significado ir a terapia, y de todos ellos destaco el
de uno de sus editoras, la psicóloga Iria Reguera, que ha sufrido ansiedad.
También me parece de utilidad e interés la página web Therapy web
de la psicóloga Jara Pérez, los artículos que ha escrito ella para su blog o distintos
medios y aquellos que hablan sobre ella (incluyo las entrevistas que ha
concedido) destacando aquel en el que reconoce que ella también sufre ansiedad
y ha acudido a terapia que la ha convertido en una mejor psicóloga sin olvidar
mencionar las aportaciones que han hecho otros compañeros suyos de profesión.
Si entendéis el italiano, recomiendo echarle un vistazo a los canales de YouTube de MaCheDavvero y Shanti Lives donde
se pueden encontrar algunos vídeos donde estas youtubers hablan sobre
sus trastornos de la conducta alimentaria y ansiedad.
Muchos son los escritores que hablan en
redes sociales y otros medios de qué se documentan para escribir sus novelas,
pero son pocos los que mencionan cómo lo hacen, qué obras han consultado y/o qué testimonios han buscado estando entre estas excepciones Raquel de la Morena, Anna Casanovas, Érika Gael o Javier Miró. Este
trabajo de documentación también debería notarse de alguna manera en el
resultado de sus publicaciones y en la mayoría de las novelas románticas y
juveniles contemporáneas da la sensación de que sus autores apenas se han
molestado en documentarse. Hay muchas obras comerciales que necesitan de un
mínimo de documentación, sobre todo, si tratan temas delicados como las
enfermedades mentales o la violencia de género, cuestionan las ideas
preconcebidas que hay sobre la sexualidad o la maternidad, visibilizan
profesiones llenas de tópicos como la Arqueología, el Periodismo o la Abogacía,
o van a incluir alguna trama histórica, ya sea a través de viajes en el tiempo
o alternando dos subtramas: una en el presente y otra en el pasado. Una autora
de Novela Romántica contemporánea que se arriesga en sus tramas al tratar temas
delicados y centrarse en el crecimiento personal de sus personajes primero como
persona y después como pareja es Rachel Bels, aunque su estrategia de marketing
peca de la comodidad que le da basarse en los clásicos de Disney para
escribir sus obras. La autora se dio a conocer con Bella al desnudo donde La Bella y la Bestia le sirvió de
inspiración para construir la historia de superación de una veinteañera que
había sido víctima de violación una década atrás. Continuó con una bilogía
inspirada en La
Sirenita en la que noveló su propia historia de superación y
donde reflejó como Ariel necesita acudir a distintas terapias debido a las
sucesivas recaídas que tiene. La última novela que ha publicado es la que
ilustra este párrafo donde denuncia la trata de blancas con fines de
explotación sexual inspirándose en el cuento de Cenicienta. Rachel
Bels siempre ha comentado que, detrás de sus novelas, hay mucho trabajo de
documentación con la lectura de artículos y monografías y la búsqueda de
testimonios, y sus resultados se pueden percibir en sus novelas. (Fuente: https://rachelbels.com/libros/).
Uno de los primeros temas
que surgió casi a la vez que la Historia de la Mujer como subdisciplina
allá por los años 80 y que más interés despierta en la actualidad es el estudio
de la violencia sobre la mujer, casi siempre relacionada con la sexualidad.
Entre las investigaciones que se han desarrollado en los últimos 30 años en el
seno del Medievalismo español destacan los estudios sobre agresión sexual de
Ricardo Córdoba de la Llave, el derecho de pernada de Ana E. Ortega Baún, la
sexualidad delictiva de María Teresa López Beltrán o la violencia sobre las
mujeres de Cristina Segura Graiño. En las novelas contemporáneas que se han
publicado en los últimos años en España también se han visibilizado y
denunciado distintas representaciones de la violencia sobre la mujer como, por
ejemplo: la violencia psicológica dentro de la pareja en No me quieres, no te quiero de Victoria
Vílchez, la violencia económica en Palabras que nunca te dije de María Martínez, la explotación sexual en Sangre entre la hierba de Maribel Medina o
el acoso sexual en Ojalá siempre
de Alexandra Roma.
A partir del #MeToo y otras iniciativas relacionadas con
el feminismo y el colectivo LGTBI+ se ha empezado a cuestionar el modelo de
sexualidad que surgió con la revolución sexual y sus consignas del amor libre
de los años 60 y 70. Sin embargo, esto apenas ha llegado a la Literatura
Romántica con pocas excepciones como la novela de la imagen. Cuando escribo
estas líneas en una hoja en blanco con bolígrafo azul, apenas he leído tres
capítulos, los cuales innovan al describir el primer encuentro entre las
protagonistas como cordial y normal sin que haya el típico desencuentro donde
los protagonistas ocultan su atracción por medio de pullas. Otro detalle a
destacar son las descripciones que hacen las protagonistas de una de la otra
como dos mujeres muy femeninas y coquetas, los que las aleja del tópico de la
lesbiana masculinizada que suelen vender el cine y las series de televisión.
Olga Palma Ocaña y Vanessa Alós Martín novelizan su propia historia y aportan
así una pequeña renovación dentro del panorama romántico literario de España en
el que otros autores podemos fijarnos a la hora de afrontar la temática LGTBI+
en las novelas. Algunas autoras han incluido en sus catálogos una obra suya
donde la trama gira en torno a la homosexualidad y la bisexualidad, pero sólo
desde la perspectiva masculina: Te quise
como si fuera posible de Abril Camino, Si no es contigo, no es de
Elsa García y El chico de la última fila de
Susanna Herrero. Por último, si queréis leer una relación homosexual entre
hombres que está muy bien integrada en una trama donde lo importante es la
experiencia Erasmus y
donde dicha relación es sólo un elemento más os recomiendo No me cuentes cómo termina la historia de
Carlos Carranza. (Fuente: Elaboración propia).
En la última década se han introducido escenas sexuales en todas las novelas románticas que se han
publicado en España y donde lo habitual es que giren en torno a una relación de
pareja heterosexual y de raza blanca. Al principio eran innovadoras y se
agradecía si estaba bien contextualizada dentro de la trama. Sin embargo, con
los años se han convertido en clichés por narrar siempre las mismas sensaciones
y emociones entre los protagonistas de dichas escenas. Las situaciones y los
comportamientos de los personajes suelen ser siempre los mismos, al igual que
las reacciones de los cuerpos masculinos y femeninos a la hora de expresar el
deseo sexual. También se ha introducido en ellas un lenguaje obsceno con la
falsa creencia de que se gana en originalidad y erotismo cuando éste último
suele perderse al leer dichas palabras o expresiones vulgares. No hay novelas
que innoven demasiado en las escenas sexuales, pero sí hay algunas que lo hagan
a la hora de abordar las relaciones de pareja entre las que destacan las
escritas por Alexandra Roma al darle un giro al cliché de chico malo y reina
del baile del instituto en Hasta que el viento te devuelva la sonrisa, cómo afecta una discapacidad
física en un encuentro sexual dentro de una pareja en El club de los eternos 27 y una relación
entre un chico afroamericano y una chica blanca en Como nevar al sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes escribir lo que pienses, opines, etcétera sobre la correspondiente entrada pero siempre con respeto. Se borrarán los comentarios que sean ofensivos, difamatorios o spam y aquellos que quieran aprovechar este blog para publicitarse.