Este 2019 se cumple una
década desde la aparición de la etiqueta New
Adult en los Estados Unidos y un lustro desde que las
editoriales españolas empezaron a publicar novelas de esta etiqueta escrita por
autores nacionales. También es este mes de septiembre se cumplen 10 años del
inicio de mi experiencia Erasmus.
Siempre me ha sorprendido que esta experiencia universitaria tan europeísta
apenas tenga presencia en la cultura popular europea.
Las primeras editoriales
españolas que apostaron entre finales de 2014 y principios de 2015 por publicar
novelas New Adult escritas por autores nacionales fueron: Plataforma Neo, Ediciones Kiwi, Click
Ediciones y Titania. Entre las autoras pioneras
destacan dos por ser las más leídas, las más seguidas en las redes sociales y
las que han marcado las directrices de lo que debería ser el New Adult español: Alice Kellen y María
Martínez. Una etiqueta que llegaba para innovar y renovar el panorama juvenil y
romántico y que, sin embargo, con la evolución de las citadas autoras y otros
que han llegado después nos ha decepcionado un poco a los que esperábamos mucho
más.
Esta imagen muestra el cambio de diseño de
la cubierta de la primera novela de la trilogía Volver a ti escrita por Alice Kellen que Titania publicó en España en la primavera
de 2016 y con la que se ha publicado en Argentina este mes de septiembre. Esta
novela es un buen ejemplo del New Adult que
se ha publicado en Titania
hasta hace unos meses y que encontramos en muchas novelas autopublicadas y
aquellas publicadas por otras editoriales. Sus características más reseñables,
más allá de la edad de los personajes principales entre los 18 y los 25 años,
serían: su ambientación anglosajona con preferencia por los Estados Unidos, la
presencia de tópicos y situaciones clásicas de cualquier novela romántica
escrita a partir de los años 80 o 90, la introducción de escenas sexuales
explícitas con una descripción casi idéntica entre ellas y la conversión de éstas
en pornografía escrita con la presencia de lenguaje obsceno, y la publicación
de tableros en Pinterest que a mí como lectora me condicionan al
imaginarme a los personajes con los rostros y los cuerpos perfectos de
diferentes modelos, actores y cantantes. (Fuente: https://twitter.com/UranoArgentina/media).
Quizá ha llegado el
momento de hacer una relectura crítica de la trayectoria de las novelas publicadas
en España bajo la etiqueta New Adult.
Quizá también sea el momento, o éste esté cerca, de apostar por la compra de
los derechos de autores europeos y de su traducción al español. En la
Literatura Juvenil y Romántica hay una saturación de escritores anglosajones, y
sería interesante apostar por otros países y que el lector español pueda conocer
lo que se publica en Francia, Alemania, Italia, Suecia o Islandia por citar
algunos países de los que se pueden encontrar novelas traducidas al español en
las librerías y con tramas ambientadas en su territorio. Quizá ahora que está
habiendo cambios de editores en sellos editoriales de cierta importancia sea el
momento de incluir algún autor no anglosajón ni español en sus catálogos: Miriam
Chamorro en Plataforma Neo y
Leonel Teti en Umbriel editores.
En los últimos meses Titania está introduciendo pequeños cambios
en su catálogo con nuevos autores nacionales, nuevas colecciones y sutiles
cambios en el diseño de sus cubiertas como las de esta imagen. Se agradece que
se introduzcan cambios tras ciertas actuaciones que habían sido muy criticadas
en las redes sociales y tras la publicación dos novelas que a mí me
decepcionaron: una narraba una historia de amor tan fría que en ningún momento
percibí la atracción y/o tensión sexual entre los protagonistas, y la otra por
romantizar una relación más cercana a la violencia de género que a un amor
saludable. Las dos novelas de la imagen me han parecido unas apuestas
arriesgadas por el estilo elegante y poético de sus autoras, por su
ambientación en España y por tratar temas delicados poco presentes en la Literatura
Romántica contemporánea. Estefanía Yepes ambienta el principio de El último llanto de los delfines en Málaga, denuncia la existencia de los
escritores fantasmas (ghost writers) a través de las presiones a que
someten a su protagonista para que ejerza tareas que van más allá de las que
les correspondería según el contrato de trabajo que había firmado y narra el
erotismo desde la insinuación sin utilizar un lenguaje obsceno pero sin llegar
al white romance que caracterizan a las novelas románticas escritas por
Raquel de la Morena. Por otro lado, Alexandra Roma ha escrito una mezcla de Young
Adult y New Adult ambientada
en Salamanca, ha narrado una historia feminista a dos voces donde destacan la
imperfección de las personalidades de sus protagonistas y cómo evolucionan
estos a través de sus fracasos, y ha tratado en ella temas clásicos de la
Literatura Juvenil que ha entremezclado con otros de actualidad como, por
ejemplo, el acoso sexual de productores reconocidos hacia jóvenes actrices que
dan sus primeros pasos en el cine o la televisión y donde les gustaría poder
construir una carrera exitosa. (Fuente: Elaboración propia).
El New Adult es una etiqueta que surgió en
los Estados Unidos encuadrada dentro de una determinada tradición literaria y
un concreto contexto sociocultural. Pronto llegó a Europa con los vicios que
eran producto de las limitaciones propias de su país de origen como ya había
sucedido antes en otras disciplinas y las corrientes revolucionarias que
también se habían originado en los Estados Unidos como, por ejemplo, la Nueva Arqueología en
los años 50 del siglo XX. Lo ideal hubiese sido que al llegar el New Adult a Europa hubiese ido mucho más
allá y hubiese sabido acercarse al lector potencial e intentar reflejar su
realidad. Sin embargo, la mayoría de los autores optan por ambientar sus
novelas en los Estados Unidos cometiendo pequeños errores de contextualización
al europeizar sus tramas, por narrar las tópicas historias de amor, por tratar
los temas clásicos de la Literatura Juvenil y por crear personajes con cuerpos
perfectos e infancias traumáticas. A pesar de todo lo mencionado, hay autores
que se han atrevido a explorar temas de actualidad y diferentes etapas de una
relación sentimental o las diversas relaciones que existen en la vida real: un road-trip en coche por Europa en Live de Javier Ruescas, el desamor en Londres después de ti de Jara Santamaría,
la violencia de género sólo en la faceta psicológica en No me quieres, no te quiero de Victoria
Vílchez, el deporte de élite con la ambientación en el mundo del patinaje sobre
hielo en Tan sólo un segundo de
Virginia S. McKenzie, la discapacidad física en El club de los eternos 27 de Alexandra Roma, los micromachismos en Había una fiesta de Marina L. Riudoms, los
trastornos de la conducta alimentaria en Joder
si te quise de Elsa García, los claroscuros de Instagram y la necesidad de una
desconexión digital en Mi nombre es Greta Godoy de Berta Bernad o la depresión en La chica del corazón de agua de Sonia Lerones.
Estas son dos de las escasas novelas que
se han publicado en España sobre la experiencia Erasmus en los últimos 30 años. La lectura
de ambas me ha provocado cierta añoranza de mi experiencia vivida hace ya una
década. Cualquier persona que en los últimos treintapocos años haya disfrutado
de una beca Erasmus entenderá muchas situaciones, vivencias y
emociones que caracterizan esta experiencia, que marcan a los que la hemos
vivido y que Alfredo Escardino y Carlos Carranza ha reflejado en sus tramas. Una erasmus en Bruselas muestra esa
experiencia en sus primeros meses a mediados de los años 80 con un contexto muy
analógico, mientras que No me cuentes cómo termina la historia noveliza la propia experiencia del
autor en un contexto más tecnológico y más cercano a la actualidad, aunque en un
momento que aún las redes sociales no tenían tanta presencia en nuestro día a día.
(Fuente: Elaboración propia).
Me gustaría que se
escribiesen y publicasen más novelas que centrasen su trama en narrar la
experiencia Erasmus desde
diferentes perspectivas y con los claroscuros que ésta esconde. Sería
interesante leer novelas que ficcionaran como debió ser la Erasmus en el contexto analógico de los
años 90 y principios de los 2000 sin redes sociales ni móviles, pero cuyos
recuerdos estarán en álbumes fotos y postales enviadas o recibidas. También me encantaría
que hubiese un proyecto paneuropeo que publicase novelas que recogiesen las
vivencias y anécdotas de esta experiencia tan europeísta desde el punto de
vista de las distintas culturas europeas y que las tradujesen al resto de
países. Recomendaría que éstas estuviesen escritas por personas que hayan
vivido una Erasmus y que vayan
más allá de la imagen tópica del orgasmus y las borracheras.
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