Cerrar una
etapa es complicado. Más aún si ha sido larga. Aún más si le has dedicado años
y muchísimas horas. Se trata de una decisión difícil de tomar. Significa
salir de una zona que es sinónimo de comodidad y apego. (Fuente: Elaboración
propia).
En el otoño de 2019 decidí que se acercaba el final de mi
blog. Lo planifique para cuando ya hubiese cumplido la década. Sin embargo,
llegó 2020 y todo se precipitó. Los primeros meses fueron bien, pero todo se
estancó tras el verano.
A partir de septiembre de 2020 mis pocas publicaciones del
blog han sido recopilaciones de mis reflexiones en Instagram. Apenas tengo tiempo para poder dedicarlo al blog, además de
sentir cierta pérdida de interés, agotamiento y estrés. Esa escasez de tiempo
prefiero dedicarla a publicar breves reflexiones en la citada red social.
En mis inicios con el blog allá por 2012 apenas había
emprendimiento digital. Había poca presión sobre que se debía actuar en redes
sociales y cómo se debería trabajar con un blog. Echo de menos esa
espontaneidad y ese desinterés por las estrategias. Se aprendía a base de
cometer errores.
Después de casi una década el blog se toma un descanso a partir de ahora. Abandono la escritura y artículos en este espacio. Quizá en un futuro lo recupere. Quizá el descanso se convierta en algo definitivo. Siempre le estaré muy agradecida a un proyecto en el que siempre pensé a largo plazo y del que he aprendido mucho. La ilusión y las promesas se han convertido en agotamiento y decepciones.
Hace casi una
década me adentré en el emprendimiento digital. Entonces no se consideraba como
tal. Sólo era visto como una afición. (Fuente: Elaboración propia).
En 2012 apenas se hablaba de emprender y menos aún de hacerlo
en redes sociales. A pesar de eso, ya había jóvenes que compartían sus intereses
en bitácoras digitales y algunos de ellos convirtieron estas en negocios
propios. Apenas sobreviven algunos de ellos en 2021. La mayoría desaparecieron.
Desde 2012 cada vez hay más emprendedores digitales. La
competencia cada vez es mayor y la exigencia también crece de manera
exponencial. Se ha creado una burbuja que en algún momento explotará.
El emprendimiento digital está lleno de apariencias y mitos como la necesidad de compartir tu vida privada y la de dar explicaciones ante cualquier cambio. Esto no te hace mejor emprendedor. La profesionalidad se demuestra en el día a día y compartiendo tiempo de trabajo. También se observa en tu forma de gestionar los errores, los despistes y las dificultades. Esos momentos quizá te definan más que la perfección y el éxito que muestras en Internet. Ganarás en humildad, cercanía y empatía.
En estos momentos de tanta digitalización y teletrabajo, yo
reivindico una vuelta al trabajo presencial en una oficina y rodeada de
compañeros. La pérdida de concentración y productividad se compensa con la
posibilidad de relacionarte con otras personas. A largo plazo esto tiene muchos
beneficios en nuestro bienestar emocional.
Estos se pueden incrementar si tienes un buen ambiente de
trabajo. Un entorno en el que puedas ser tú mismo a nivel laboral. Un espacio
donde se pueda conversar, compartir dudas e inseguridades desde la comprensión,
el respeto y la honestidad. En definitiva, un ambiente sano donde crecer como
profesional y también como persona.
NOTA
IMPORTANTE:
Mantendré
abierto este blog para su visita, consulta y lectura. Encontrarás más
reflexiones sobre emprendimiento, crecimiento personal y Literatura, entre
otros asuntos en el siguiente enlace: https://www.instagram.com/elevelarde/.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes escribir lo que pienses, opines, etcétera sobre la correspondiente entrada pero siempre con respeto. Se borrarán los comentarios que sean ofensivos, difamatorios o spam y aquellos que quieran aprovechar este blog para publicitarse.